El
desarrollo y logro del Perfil de egreso es el resultado de la consistente y
constante acción formativa del equipo de docentes y directivos de las
instituciones y programas educativos en coordinación con las familias. Esta
acción se basa en enfoques transversales que responden a los principios
educativos declarados en la Ley General de Educación y otros principios
relacionados a las demandas del mundo contemporáneo.
Los enfoques
transversales aportan concepciones importantes sobre las personas, su relación con
los demás, con el entorno y con el espacio común y se traducen en formas
específicas de actuar, que constituyen valores y actitudes que tanto
estudiantes, maestros y autoridades, deben esforzarse por demostrar en la
dinámica diaria de la escuela. Estas formas de actuar –empatía, solidaridad,
respeto, honestidad, entre otros; se traducen siempre en actitudes y en comportamientos
observables. Cuando decimos que los valores inducen actitudes, es porque predisponen
a las personas a responder de una cierta manera a determinadas situaciones, a partir
de premisas libremente aceptadas. Son los enfoques transversales los que
aportan esas premisas, es decir, perspectivas, concepciones del mundo y de las
personas en determinados ámbitos de la vida social.
De este
modo, los enfoques transversales se impregnan en las competencias que se busca que
los estudiantes desarrollen; orientan en todo momento el trabajo pedagógico en
el aula e imprimen características a los diversos procesos educativos.
Hacer
posible este esfuerzo conjunto de estudiantes y educadores por vivenciar y
demostrar valores en el marco de los enfoques transversales, durante el
aprendizaje de las competencias de cualquier área curricular, requiere de un
doble compromiso por parte de las instituciones y programas educativos, los
cuales son:
• En
primer lugar, dar testimonio de equidad y justicia en todos los ámbitos de la
vida escolar, esforzándose docentes y autoridades por actuar de forma coherente
con los valores que busca proponer a los estudiantes. El aprendizaje de valores
no es producto de un adoctrinamiento ni de condicionamiento alguno, sino de la
modelación de los comportamientos.
• En
segundo lugar, ofrecer a los estudiantes oportunidades diversas de reflexión,
diálogo y discusión sobre situaciones cotidianas, sean del aula y la escuela o
del mundo social, que planteen dilemas morales.
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